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   María José Justo Quintas Farmacéutica comunitaria. Cotitular de la Farmacia Quevedo (Madrid) ¿Por qué soy farmacéutico?  – Para empezar, ¿por qué decidió estudiar Farmacia? – A mí me pasó como a muchos hijos de farmacéuticos. De pequeña pasaba mucho tiempo en la farmacia de mi madre, me hacía mi «minifarmacia» debajo del mostra- dor y simulaba que atendía a la gente, y después, poco a poco, mi madre me fue enseñando, veía recetas, bus- caba medicamentos... Fui viendo todo lo que se podía hacer y todo lo que se podía ayudar desde una oficina de farmacia, y lo que empezó como un juego se convirtió en mi vocación. Ahora no solo es mi profesión, sino tam- bién mi pasión. – ¿Qué área de la farmacia le interesa más? – Gestionar una oficina de farmacia no es una tarea fá- cil, y el farmacéutico tiene cada vez mayor carga buro- crática. Pero sin duda lo que más me gusta es estar de cara al público, en contacto con mis clientes, saber qué les ocurre, asegurarme de que toman correctamente sus tratamientos, aconsejarles aquello que necesiten según sus demandas. – El tema de las terapias naturales es un eje central en su farmacia. ¿Cree que todavía nos queda mucho ca- mino por recorrer en este campo? – Aunque los países de nuestro entorno van más adelan- tados que nosotros, no olvidemos que vivimos en un mundo globalizado y la demanda de estos temas por par- te de los usuarios es cada vez mayor. Y para dar respues- ta desde la farmacia es imprescindible tener un mejor conocimiento al respecto, y esto implica una formación constante y continua, así como hacer un cribado de aquellos productos que no cumplan criterios de calidad. Los farmacéuticos somos los agentes de salud más cer- canos a la población, los primeros a los que se consulta, y eso nos obliga a dar un consejo fiable. Probablemente todavía nos queda mucho por hacer, pero creo que es- tamos en el camino. – ¿Cómo es su día a día en la farmacia? – Imagino que será como el de muchos de mis compa- ñeros: dedico el comienzo de la jornada a temas buro- cráticos y labores de gestión, de modo que luego pueda ocuparme de lo que de verdad me apasiona, que es el trato con mis clientes-pacientes. Y en este sentido, me centro en detectar necesidades, hacer seguimiento, realizar campañas de educación sanitaria, de concien- ciación... En definitiva, intento cubrir las demandas que tiene la población a la que asisto. – Como farmacéutica, ¿cuál es su mayor sueño? – Me encantaría ver cómo la oficina de farmacia adquie- re mayor protagonismo dentro del sistema sanitario, co- mo veo que está ocurriendo en nuestros países vecinos. Creo que los farmacéuticos estamos muy formados, y además tenemos la capacidad de prepararnos para mul- titud de servicios que la población demanda y que hoy no se están cubriendo. Nosotros sabemos cómo hacer- lo y podemos hacerlo. – ¿Cómo ha influido la pandemia en su día a día? – Ha habido un antes y un después. Con la COVID-19 creo que hemos pasado y vivido el mayor estrés que jamás hubiera podido imaginar. Al principio, con los centros de salud cerrados y ante el inmenso desconocimiento de la enfermedad, lo único que podíamos hacer era tran- quilizar a nuestros clientes-pacientes y asistir a los que estaban enfermos en la medida de nuestras posibilida- des. A medida que la pandemia continúa y empieza esta nueva vida conviviendo con el virus, seguimos haciendo lo mismo que antes pero con las barreras de la COVID-19 (mascarillas, mamparas, etc.), aunque dedicándole más tiempo a nuestra labor divulgativa para el fomento de la vacunación. l  «Los farmacéuticos tenemos la capacidad de formarnos para dar respuesta a multitud de servicios que la población demanda y que no se están cubriendo, nosotros sabemos cómo hacerlo y podemos hacerlo» 48 junio 2021 – el farmacéutico n.o 600 ©2021 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados 


































































































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