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Mujer y sociedad: consumos y estilo de vida. Violencia de género  Actuación desde la farmacia comunitaria en drogas y violencia de género El farmacéutico comunitario, por su disponibilidad y cercanía, es en muchas ocasiones el primer y único sanitario en contacto con la paciente. Ante esta situación, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos: 1  Se trata de temas delicados, por lo que se debe atender y hablar en un lugar con privacidad y asegurar la confidencialidad. Para ello, la farmacia cuenta con la Zona de Atención Personalizada (ZAP). En caso de no disponer de la ZAP libre o del tiempo suficiente para abordar el tema, establecer una cita. 2  Escuchar, mostrar empatía, cuidar el lenguaje verbal y no verbal. No culpabilizar, sino mostrar apoyo, cercanía, confianza y disponibilidad. 3  Recabar información que pueda resultar útil: situación personal, recursos externos y personales de los que dispone, situación con la pareja, cargas familiares, etc. 4  Personalizar los beneficios de un cambio, cese o decisión. Trabajar para aumentar la autoeficacia.  5 Derivar a otro profesional sanitario experto y/o al Servicio Profesional Farmacéutico Asistencial en caso de disponer de él (cesación tabáquica, asesoramiento nutricional, etc.).  6 Ante una paciente con un tratamiento iniciado, hay que felicitarla por la decisión, trabajar la adhesión, la motivación y la autoeficacia, y realizar un seguimiento, teniendo siempre en cuenta la perspectiva de género. Identificar las situaciones de riesgo y trabajarlas.   A pesar de que, en general, las mujeres se inician más tarde en el consumo, y en el caso de las drogas ilegales muchas veces movidas por el consumo de su pareja, la adicción se instaura en ellas de manera más rápida y más severa. Esta adicción, además, tendrá mayor impacto en la familia y en el ámbito social que en el caso de los hom- bres, ya que la tolerancia social del consumo en las mu- jeres es menor debido a su estigmatización como mujeres y/o madres. Además, disponen de mayores dificultades para acceder a los tratamientos y menor apoyo, especial- mente las mujeres con hijos menores. Cabe destacar la dificultad de las mujeres para el ce- se de dicho consumo, en lo que influye y se deben tener en cuenta los siguientes aspectos: • Difícil acceso. • Menor adherencia a los tratamientos. • Diferentesmotivosparacontinuarconelconsumoque los hombres. • Influencia de trastornos psiquiátricos relacionados con el consumo. • Falta de perspectiva de género en los tratamientos. Por todo ello, y teniendo en cuenta la tendencia en cuanto a consumos descrita en la encuesta ESTUDES 18/192 de la población joven, son necesarios la investi- gación y el desarrollo de programas con perspectiva de género de manera urgente. Estilo de vida y consumos Actividad física y alimentación Según la Encuesta Nacional de Salud ENSE de 20174, el se- dentarismo en tiempo de ocio es superior en las mujeres (41,9%) que en los hombres (33,5%), y se observa en todos los rangos de edad. Desde la niñez, en general las mujeres tienen menor costumbre de hacer deporte, ya que su prác- tica se suele fomentar menos. Además, en la vida adulta existe el añadido de tener que compaginar el tiempo de dedicación al deporte con la vida laboral y familiar. En la encuesta ENSE 2017 se aprecia que continúa el aumento de la prevalencia de la obesidad infantil en ge- neral, que afecta a más de 1 de cada 10 menores (un 10,3% en los de 2-17 años), y que es superior a la encues- ta de 2011 (9,6%)4. Tanto la falta de actividad como el sobrepeso están relacionados con una peor salud, y son factores de ries- go de enfermedades cardiovasculares, diabetes melli- tus y osteoporosis, entre otras afecciones. Alcohol3,5,6 No hay unanimidad respecto a la dosis diaria de un con- sumo regular, si bien es cierto que esta ha ido disminu- yendo a lo largo del tiempo. La Organización Mundial de la Salud (OMS)5 la sitúa en 20-40 g diarios en las mujeres, y en 40-60 g diarios en los hombres, aunque debe que- dar claro que no existe ningún consumo seguro. El alcohol está relacionado con más de 60 enferme- dades, como trastornos mentales, gastrointestinales, cáncer, trastornos inmunológicos o trastornos repro- ductivos y daños congénitos. El aumento del riesgo de enfermedad es dosis-dependiente, por lo que, a mayor consumo, mayor riesgo. Las mujeres, ante una misma ingesta de alcohol que un hombre, registran niveles de alcohol en sangre supe- riores por dos razones principales: • Menor volumen de distribución: menor peso y altura, y menor proporción de agua y mayor de tejido graso. • Diferente absorción y metabolización: genéticamen- te poseen una velocidad de absorción más rápida y una  44 septiembre 2021 – el farmacéutico n.o 602 


































































































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