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Maneras de vivir Un farmacéutico en las expediciones científicas del siglo XIX Los africanistas fueron un conjunto de personalidades españolas que, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, por razones históricas y geopolíti cas, consideraron que España debía estar presente en el reparto del continente africano, especialmente a partir de la Conferencia de Berlín de 1885. En este con texto, y por impulso de Joaquín Costa, se crea la Sociedad Española de Africanis tas y Colonialistas, transformada luego, en 1885, en la Sociedad Española de Geo grafía Comercial con la justificación de que, para que el comercio de un país prospere, hace falta constituir centros de estudio que recojan cuantos datos geo gráficos, sociales y económicos interesen al mismo o tengan relación con él. Así, en 1886 y a propuesta de la Sociedad Española de Geografía Comercial, el Ministerio de Fomento nombró al farmacéutico Francisco Quiroga y Rodríguez como uno de los miembros de la Comisión que debía recorrer y explorar los te rritorios meridionales del Sahara occidental. Los otros dos miembros eran Feli pe Rizzo, arabista y antiguo cónsul en diversas localidades africanas, y el capitán de ingenieros Julio Cervera, como jefe de la expedición. La aventura tenía un do ble objetivo: por un lado, atraerse la amistad política y comercial de las tribus sa harianas para favorecer la expansión del protectorado español en aquella zona; por otro, llevar a cabo el reconocimiento científico de una geografía parcialmen te desconocida. La expedición supuso todo un éxito. Recorrieron más de cuatrocientos kilóme tros, efectuando notables hallazgos científicos en los campos de la geología, la zoología y la botánica. También alcanzaron éxitos políticos, como por ejemplo ex tender la Carta del Protectorado para España sobre el AdarelTmarr, que final mente no sería asumida por el Gobierno de España. Fueron múltiples las dificulta des y problemas que sufrieron los expedicionarios y que dieron al viaje un sabor genuino de aventura, digno de constituirse en una auténtica epopeya exploratoria. Francisco Quiroga y Rodríguez había nacido en 1853 y cursado los estudios de Farmacia en Madrid. Aunque ya tenía un sólido prestigio, fue después de la ex pedición cuando Quiroga alcanzó gran protagonismo en el panorama científico español. Obtuvo la Cátedra de Cristalografía de la Universidad Central, un área de conocimiento novedosa en Europa. Falleció en 1894, en la plenitud de su ca rrera investigadora. Representa uno de esos farmacéuticos de inquebrantable vocación científica y espíritu de sacrificio en aras del progreso de su patria. Su viuda y sus cuatro hijos quedaron en una muy difícil situación económica, ya que Quiroga no tenía otros ingresos que sus modestas retribuciones como profesor. Sus colegas científicos y docentes tuvieron que organizar una cuestación para ayudar a la familia de aquel hombre, que, en palabras de su amigo Calderón, fue «un sabio, consagrado, en esta sociedad escéptica, indiferente, metalizada y egoísta, a la generosa labor científica». En los tiempos actuales, en los que la población saharaui asiste con preocupa ción a su incierto destino, conviene recordar a este farmacéutico español que con tribuyó al conocimiento y a la identidad científica del Sahara Occidental. Ojalá que, desde las altas instancias de nuestro país, podamos influir en asentar las bases de un futuro para su actual población, injustamente maltratada por los avatares de la historia. Y que lo hagamos con el mismo compromiso y generosidad que tuvo el profesor Quiroga en aquella expedición científica del verano de 1886. l junio 2022 – el farmacéutico n.o 611 49