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—500.000 seguidores en Instagram, 97 000 seguidores en Facebook, 74 000 en Twitter... Son cifras importan- tes que suponen una gran responsabilidad. ¿Le dan vér- tigo estas cifras? —Para mí tener una audiencia de 500 000 seguidores en Instagram supone la misma responsabilidad que en la far- macia cuando tengo una audiencia de un solo paciente. Es decir, el consejo que doy tiene que ser igualmente fia- ble y riguroso en ambas situaciones. Sí que es verdad que el impacto que tienen tus palabras sobre mucha gente tiene un eco, y que eso puede suponer más consecuen- cias, pero realmente para mí es igual que el impacto le in- fluya a una o a 100 000 personas. —Lo que sí es cierto es que se ha convertido en una de las cabezas más visibles de los farmacéuticos en las re- des sociales. ¿Lo siente así? —A raíz de la pandemia empecé a notar que en muchas casas me había convertido en una especie de «Pepito Gri- llo», y mucha gente que ahora me conoce me dice «Ah, tú eres la Boticaria. Pues en mi casa se hacía lo que tú de- cías». En aquel momento no fui consciente, pero es cier- to que ahora, cada vez que hay algún tipo de crisis o algu- na alerta sanitaria, la gente me pregunta, me tiene como referente y espera que, de alguna manera, les ilumine o les muestre un poco cuál es la verdad dentro de un mun- do donde imperan las fake news y la desinformación. Real- mente es ahí donde uno tiene que elegir muy bien cuáles son sus batallas y sobre qué temas se puede hacer divul- gación o no, y cómo. Lo más complicado de todo es que la gente entienda que la ciencia evoluciona; somos una sociedad en la que queremos todo blanco o todo negro. La gente no entiende el mensaje de la ciencia evolutivo, el mensaje cambiante; realmente ese es el quid de la cues- tión y donde creo que tenemos que ser más rigurosos. Por lo demás, para mí es un orgullo el reconocimiento dentro de la profesión, tanto por los colegios profesio- nales como por mis compañeros o por mi tierra, La Man- cha, donde este año me han nombrado hija predilecta, así que no puedo estar más contenta. Es una satisfac- ción, y a la vez lo que siempre he esperado es que mu- chos más compañeros se sumen a esta causa. —Divulga para farmacéuticos y no farmacéuticos. ¿En qué escenario se siente más cómoda?, ¿cuáles son las expectativas de unos y otros? —Hay una dualidad, porque cuando yo empecé a hacer di- vulgación abrí un blog orientado al público en general, y en el periódico 20 Minutos, que fue uno de los primeros medios donde colaboré, me contrataron para hacer unos vídeos con un muñeco que se llamaba Juanolo. Era muy divertido, y mi sorpresa fue que me escribían compañe- ros farmacéuticos y me decían que utilizaban mi vídeo con Juanolo en la rebotica, que lo veía todo el equipo y que aprovechaban los consejos que yo daba. No me ima- ginaba que aquel consejo, que era para la población ge- neral, también pudiera servir para equipos de farmacia. Ahora ha pasado igual con el libro que he publicado con Gema Herrerías, Radiografía de un cosmético: la idea era hacer divulgación para el público en general y, sin embar- go, muchas farmacias nos lo piden en bloque para todo el equipo. Y antes pasó lo mismo cuando publiqué El mo- co radiactivo, un libro para padres primerizos y que han leído en la farmacia. Al final, lo que necesitamos también como profesionales es que alguien nos dé un poco «mas- cada» esa forma de hacer los ejemplos. Me dirijo princi- palmente al público de la calle, pero si por el camino pue- do servir de ayuda a compañeros, perfecto. —Los farmacéuticos, por tanto, se benefician de sus ideas para comunicarse con sus propios pacientes. —A nivel de comunicación, si voy a hablar, por ejemplo, de paracetamol o ibuprofeno, a un compañero no le puedo tendencias diciembre 2022 – el farmacéutico n.o 616 15 Marián García o, como todo el mundo la conoce, Boticaria García, desarrolló su labor en la farmacia comunitaria durante 13 años. En un momento de su trayectoria, siguió su vena periodística y se lanzó al mundo de la divulgación científica. Hoy en día se define a sí misma como una divulgadora de amplio espectro, que apuesta por que las redes sociales se integren como una de las tareas más del día a día de la farmacia. Afirma que el farmacéutico debe entender que las redes sociales cuestan tiempo y dinero, y considera que si alguien decide seguir a un farmacéutico dentro del gran abanico de cosas que hay en Instagram, esto beneficia al sector.