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Entrevista  «Tener una audiencia de 500 000 seguidores en Instagram supone para mí la misma responsabilidad que en la farmacia cuando tengo una audiencia de un solo paciente. Es decir, el consejo que doy tiene que ser igualmente fiable y riguroso en ambas situaciones»  que es algo más específico. Por ejemplo, qué es lo que tiene que saber un farmacéutico sobre si puede o no uti- lizar WhatsApp con sus clientes, o hasta qué punto pue- de comunicar, qué puede hacer en una web, qué es lo que no puede hacer, cómo usar las redes sociales, qué es el engagement... Hay cosas muy básicas sobre redes socia- les, sobre el uso y manejo de redes sociales que se des- conocen. ¿Por qué? Pues porque no nos han enseñado, es lógico que no las sepamos, porque el trabajo del far- macéutico es otro. Pero igual que siempre he pensado que un farmacéutico que tiene un laboratorio, aunque no formule, tiene que saber o haber formulado antes, o si ofrece distintos servicios tiene que controlar cómo son para, por lo menos, poder supervisarlos, tener ciertas no- ciones sobre cómo funcionan las redes sociales es im- portante. Puedes tener a alguien en tu equipo que sea fantástico, pero muchas veces el farmacéutico subcon- trata los servicios a alguien que se lo lleve, y si no tienes ni idea y empiezan a utilizar palabras en inglés, si no tie- nes unas nociones mínimas de ese idioma, las probabili- dades de que te la «cuelen» son infinitas. —Hablemos un poco de sus libros. Tiene libros en soli- tario (El paciente impaciente; El moco radiactivo; El ja- món de York no existe; Comida rápida, barata y saluda- ble; Guía verano & COVID) y otros compartidos (Radiografía de un cosmético, 123 preguntas sobre coro- navirus...). ¿Está satisfecha de la respuesta que ha ob- tenido? ¿Habrá más libros? —Los libros son una parte muy importante, especial- mente en este mundo de las redes sociales en las que el contenido muchas veces se pierde o no hay manera de encontrarlo. Los libros permiten recoger el conoci- miento, darle una coherencia, una estructura, y poner- lo al alcance de cualquiera que quiera aprender sobre un tema. Es un ejercicio que lleva mucho tiempo y es complicado, pero me parece fantástico. Mis libros son tan eclécticos como yo. Tengo uno de anécdotas de farmacia, uno para padres primerizos, otro de alimen- tación, otro de cosmética, otro de la pandemia... Re- flejan lo que soy realmente. Me considero divulgadora de amplio espectro; los farmacéuticos hablamos un poquito de todo con el máximo rigor posible. Además, los libros son una manera muy buena de acercarte a la gente. Y sobre siguientes libros, sí, tengo el proyecto de un libro nuevo sobre un tema relacionado con la alimentación, que no voy a desvelar pero que me parece muy interesante y que es hacia donde nos encaminamos. Ahora mismo, en Estados Unidos, tenemos unos porcentajes de obesidad que superan el 50 %. Aquí en España vamos de camino, y creo que profundizar en la alimentación y en la nutrición es interesante, y que el farmacéutico, desde la oficina de far- macia, puede hacer mucho. —¿Se ve otra vez en una farmacia, detrás del mostrador? —Durante todo el tiempo que estuve en farmacia comu- nitaria, que fueron trece años, fui muy feliz. El mostrador me gustaba mucho e hice muchísimas cosas en la farma- cia. Creo que podría volver perfectamente mañana mis- mo. La cuestión es que tengo una vena relacionada con el periodismo, con la comunicación y con la escritura, y mi trabajo actual me permite desarrollarla más que la far- macia. Pero, desde luego, no es algo que descarte; soy supercorporativista y me siento farmacéutica de bata. Yo no podía imaginarme que iba a acabar donde estoy, o sea que no me atrevo a sacar la bola de cristal y decir lo que voy a hacer dentro de seis meses. Mi día a día tiene de to- do menos rutina y cada año es diferente, así que dejare- mos que la vida nos sorprenda. l 20 diciembre 2022 – el farmacéutico n.o 616 


































































































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